El refranero popular recoge las sentencias nacidas del sentido común, frases que condensan el resultado de la experiencia colectiva.
El anterior refrán nos recuerda que invocamos a Santa Barbara, patrona de los dinamiteros, cuando oímos tronar, y nos enseña que la naturaleza humana vive absorta en el recreo y la complacencia, en lugar de estar pendiente de las señales de alarma.
Y eso ha pasado con el tsunami económico que nos arrasa, aunque mucho ha tenido que ver la predicción del presidente Zapatero, que como hombre del tiempo no tiene precio, pues quiso ver una pequeña borrasca en lugar de la tormenta perfecta.
En medio de esa zozobra general y con el riesgo de insuficiencia financiera que pende sobre las Autonomías, y que compromete la sostenibilidad del Estado de Bienestar, cobran actualidad voces de antaño como la de Manuel Fraga y su doctrina de la Administración única, y la del Catedrático Alejandro Nieto con sus teorías sobre “El desgobierno de lo público".
Mientras tanto, como en el naufragio del Titanic, los políticos españoles se empeñaron en que la música de fiesta siguiese sonando. Y en particular los gobiernos autonómicos, que en una huida hacia delante en plena crisis entre 2008 y 2010 incrementaron las plantillas en más de 180.000 empleados públicos, abrieron más de 100 oficinas en el extranjero y crearon un millar de empresas públicas, fundaciones y entes similares.
¿Y ahora que? Pues que se han encontrado las arcas públicas como la nevera de casa después de un guateque juvenil. Y con la resaca imploran al Estado a mano tendida el “¡dame algo!”. Es decir, rezan a San Barbara para que el cielo no caiga sobre nuestras cabezas en forma de más impuestos y menos prestaciones sociales. A buenas horas mangas verdes, como también dice el refranero.
Tu dirección de correo no será almacenada ni publicada.
No hay comentarios.