Esa es la principal conclusión de la conferencia-coloquio organizada por AFELE e impartida por Eugenio Moure.
Casi media entrada –que diría un taurino- en el amplio salón de actos del ayuntamiento de León (un éxito en soleado día que invitaba a otros menesteres) para escuchar la conferencia y participar en el coloquio posterior, sobre derechos y deberos de médicos y pacientes.
Tras 50 minutos de una exposición de la normativa en la materia, con algún guiño, a modo de diapositivas, al humor de Forges (recurriendo a viñetas ilustrativas del arduo quehacer del médico) y ácidas críticas a la gestión de la sanidad pública, hubo luego un interesante debate.
La principal conclusión fue que médicos y pacientes están en el mismo lado de la barrera, que se deben evitar los enfrentamientos y propiciar la solidaridad participativa, pues la unión basada en la comunión de intereses es la mejor receta para mejorar la sanidad.
Los derechos y deberes de médicos y pacientes no pueden ser ni un arma arrojadiza ni una patente de corso, sino las dos caras de la misma moneda, anverso y reverso de una relación cimentada en la confianza y el respeto mutuo.
Y cuando eso no es así es porque la Administración lejos de propiciar el sano encuentro genera el conflicto, al imponer medidas organizativas que traen el caos y el desconcierto. En esos casos el médico deontológicamente debe denunciar toda deficiencia asistencial.
Con eso no sólo cumple con un imperativo ético sino con un deber legal, pues la norma se remite a la deontología. Recupera así el papel de cómplice del paciente y huye del rol de burócrata o mero ejecutor de las irracionales decisiones del gerente de turno.