Sentencia que condena por los ruidos y los malos olores de unos cerdos.
Las relaciones de vecindad son un foco de conflictos, en las que a veces intervienen los animales de compañía.
Si aceptamos cerdo como tal resulta que también este preciado animal en nuestra gastronomía puede dar lugar a un conflicto vecinal.
El problema deriva de un establo colindante con una vivienda, desde el cual se filtraban sus malos olores y el ruidos de los marranos.
Apercibidos sus propietarios de que los llevasen a otra parte por esas molestias, hicieron caso omiso y sus dos animalitos siguieron a lo suyo.
No quedo otra opción que demandar, y ahora el juzgado condena a llevarlos a otro sitio y a pagar 2.000 euros por los daños y perjuicios, más las costas del pleito.
Comento esta sentencia no tanto por su importancia jurídica, sino por las consecuencias de no resolver un problema vecinal de forma pacífica.
De no haber pleiteado los jamones no valdrían los más de 4.000 euros que entre indemnización, costas y gastos ahora a los dueños de los dos cerdos le va a costar.