Sentencia de un juzgado de lo contencioso-administrativo que condena al Sergas a abonar 20.000 euros más las costas del pleito por la perdida de un testículo debido a una vasectomía mal realizada.
Sabido es que la medicina no es una ciencia exacta, que no está exenta de riesgos, que no siempre se atina y cura sino que a veces produce daños llamados iatrogénicos.
Eso le pasó a nuestro cliente que decidió someterse a una vasectomía en el transcurso de la cual en lugar de ligarse el conducto deferente se seccionó la arteria testicular.
Es, si se nos permite la expresión, como esa escena de película en la que un artificiero de la policía duda entre cortar el cable azul o el rojo de una bomba.
La diferencia está en que aquí el médico no puede dudar porque debe saber exactamente lo que corta, y sino lo tiene claro deberá adoptar las medias necesarias para evitar todo daño.
Se equivocó, seccionó lo que no debía, se produjo una isquemia del testículo y finalmente tuvo que extirparse.
Lo peor no es eso, sino que el Sergas no reconociese tan evidente error y tuviésemos que pleitear. Errar es humano, pero permanecer en el error (y pretender oculatarlo) es de necios.