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¡Qué viene el copago!

Publicada el: 16 de julio de 2011

Nuestra vecina Italia ha introducido el copago sanitario para acabar con el déficit que padece. Nada más ni nada menos que 10 euros por la consulta con el especialista y 25 con acudir a urgencias sin ingreso posterior. Mientras tanto en nuestro país optamos por rebajar el gasto público.

Es decir, que en un país con una renta per capita similar se decide introducir una especie de tasa sanitaria, sin embargo aquí lo que hacemos es reducir drásticamente el dinero dedicado a la sanidad, fundamentalmente en dos capítulos: personal y fármacos. Es decir, menos contratación y más genéricos.

Y la pregunta es, ¿qué es preferible? Pues entiendo que ni lo uno ni lo otro. Ni el copago plano y general ni la bajada de la asignación presupuestaria. Lo primero porque penaliza a las rentas más bajas y lo segundo porque reduce la calidad asistencial y demora los tiempos de espera.

El cogago, que ya existe en la Administración de justicia en dos niveles, uno sólo para las grandes empresas y otro general e igual para todos, sólo debe aplicarse en la sanidad para personas con una determinada solvencia económica, empezando por esos políticos que cobran de seis a diez veces más el salario mínimo interprofesional.

Lo que es inadmisible es que para evitar el coste político de poner el cascabel al gato, es decir, el copago a la sanidad, se rebaje la calidad de nuestros centros de salud y hospitales al asignar menos dinero. Y ya se perciben las consecuencias con el clamoroso aumento de las listas de espera.

No podemos penalizar la sanidad mientras seguimos dedicando ingentes cantidades de dinero a construir y mantener infraestructuras duplicadas o incluso triplicadas: dos puertos exteriores en Ferrol y Coruña, tres aeropuertos en Coruña, Santiago y Vigo o una ciudad de la Cultura en Santiago que ya cuenta varios continentes culturales.

Es decir, que no se puede ser hormiga y cigarra al mismo tiempo, apretarnos el cinturón en lo básico para despilfarrar en lo superfluo. Prioricemos las prestaciones más necesarias (sanidad, educación y justicia) y apliquemos la tijera en esas construcciones millonarias que engrandecen la cuenta de resultados de la empresas que las realizan.

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