El viejo juez
Publicada el: 17 de septiembre de 2011
No se trata de la típica novela de jueces y abogados, tan frecuentes hoy en día, y que utilizan las tramas judiciales para generar situaciones inverosímiles, en las cuales el abogado se erige en una especie de agente 007 en pugna contra el mal.
Se trata de una novela que a través de sucesivos flash-back –lo que por momentos llega a desconcertar-, traza la biografía, más sentimental que profesional, de un abogado inglés de éxito que llegar a ser juez en Hong Kong.
Lo interesante, para el profesional jurídico, reside en los comentarios que desliza entre los episodios vitales del protagonista de la novela, descritos de forma intimista, y que nos ofrecen una forma de hacer Derecho honesta y comprometida.
Es el contrapunto a una nueva abogacía, que encarna un personaje secundario, basada en una combatividad descarnada que ridiculiza el término compañero entre colegas de profesión, y que antepone el logro crematístico a cualquier otro.
Al final, siguiendo a la frase inicial del libro, se llega a la conclusión de que son las experiencias vitales, en particular, las de la primera edad, las que conforman una personalidad que determina también la calidad del abogado-juez.
“Los jueces tenemos que tener piel de elefante”. Esa es una de las últimas frases del libro. Añado: y mirada de elefante. Esa que transmite compasión hacía el más débil, aquél a quien por una torpe decisión se puede aplastar bajo el peso de la Ley.