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La obcecación

Publicada el: 5 de noviembre de 2011

Erase una vez una conselleira a la que se jefe le dijo que tenía que ahorrar en medicamentos como fuese. Ella decidió, en clave de ama/o de casa, que lo mejor era ofrecer marcas blancas, es decir genéricos, impidiendo a los médicos recetar los de marca, a los farmacéuticos dispensarlos y a los pacientes consumirlos. Nadie le avisó que Galicia no era una república independiente, sino que formaba parte de un Estado en el que el Gobierno de la nación es quien establece el catálogo de medicamentos financiados públicamente. Ella, obcecada en su misión salvática, se lío la bandera de Galicia a su torso e invocando la soberanía nacional gritó a los cuatro vientos, con el eco mediático de determinados periódicos afines para la ocasión, que en este Finisterre y para esta cuestión la Constitución española no rige. Luego vino el recurso al Tribunal Constitucional y la negativa del resto de autonomías, incluso de las gobernadas por su mismo partido, de copiar su modelo. Sólo unos meses después se aprobó en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, en el que están representados el Estado y todas las comunidades, una modificación legal para recetar por principio activo y no por nombre comercial, incluyendo tanto medicamentos de marca como genéricos, dispensándose el de menor precio. Este sistema permitía mayor ahorro y daba mayor libertad de prescripción, pues el médico por necesidades terapéuticas excepcionalmente podía recetar por nombre comercial. Pero la buena de la Conselleira, persistente en su cerril obcecación e inasequible al desaliento, como la zorra que saltaba una y otra vez en pos de las uvas del parral sin alcanzarlas, terminó diciendo que el nuevo sistema aprobado por el Gobierno de la nación era una mala copia de su catálogo soberanista. O sea, que las uvas estaban verdes.

Moraleja: si no eres capaz de alcanzar tus objetivos súbete al taburete de la razón y la humildad. 
 

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