Malos tiempos para la sanidad
Publicada el: 3 de diciembre de 2011
Cataluña es el escaparate más tenebroso de estos malos tiempos en los que la sanidad pública vive instalada. Los errores sanitarios salen a la luz por los recortes de personal y el cierre de quirófanos. El imperativo del ahorro genera un efecto dominó.
Primero la lista de espera crece sin parar porque la actividad se ralentiza para ahorrar, evitando abrir los quirófanos por la tardes. Con menos actividad quirúrgica la ecuación es fácil: más pacientes esperando más tiempo para ser operados.
Luego en esa espera las patologías se cronifican, los trabajadores agotan el periodo máximo de incapacidad temporal y las empresas los despiden por su improductividad. Con más paro menos ingresos fiscales y con menos ingresos menos financiación.
Finalmente los administraciones como no cuadran las cuentas se ven obligadas a traspasar la construcción y el mantenimiento de los centros sanitarios a empresas privadas, gravando a la próxima generación con el pago de un canon anual por esa concesión.
Y aunque el canon lo pagaremos todos con nuestros impuestos, preveindo su insuficiencia “soto voce” algunos ya proponen que las rentas más altas contribuyan con seguros privados a financiar su propia asistencia sanitaria, o incluso que se instaure un copago.
Podemos volver a la sanidad de la primera mitad del siglo XX, con una asistencia de beneficencia y otra privada. Sólo la primera exclusivamente pública y gratuita. Evitar esa inercia a que nos conduce la crisis es el reto de los próximos años.
Todo pasa por repensar qué sistema sanitario queremos y cómo lo queremos, pues el “todo para todos y además gratis” no es sostenible en un contexto de crisis y dentro de un país con una estructura administrativa sobredimensionada, salvo que elevemos consideramente la presión fiscal.