Carta a la Ministra
Publicada el: 25 de diciembre de 2011
Yo no soy de esa opinión que pretende desacreditar el cargo de Ministro/a, aunque bien es cierto que la historia reciente de nuestra democracia nos ha ofrecido lamentables ejemplos que me hace pensar lo contrario.
Sí considero que estamos cada vez más expuestos a ese riesgo porque un ministerio es en ocasiones el premio a la fidelidad en política, que tanta veces se confunden con el servilismo.
No obstante, lo que se espera de un ministrable es que es sea un experto en la materia de cuya competencia le toca, por eso sorprende su nombramiento para Sanidad, dado que ninguna experiencia en ese campo se le conoce.
Me dirá Vd. que vale con de eso sepan los secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales y demás altos cargos que nombrará, pues con el adecuado asesoramiento la decisión es sencilla.
Siendo así corre el riesgo de que le digan lo mismo que al Caciller Kolh uno de sus más estrechos colaboradores: “Yo hago lo que él decidiría en el caso de que lo hubiera entendido” (Walter Shauble).
En comparación con sus compañeros de gabinete de las carteras de más peso, profesionales y catedráticos de postín en sus respectivos campos, Vd. y su ministerio quedan en su segundo plano.
Por eso espero que tenga la capacidad intelectual y el sentido común suficiente para reivindicar el peso de la Sanidad en el conjunto de la gestión del Estado, pues no se olvide que estamos ante uno de los tres pilares de nuestra sociedad del Bienestar.
Pero sobre todo espero de Vd. que tenga fortaleza de espíritu para mantenerse firme ante las medidas auspiciadas por algunos presidentes autonómicos, barones de su partido, que con la excusa de la crisis están descosiendo nuestro Sistema Nacional de Salud.
Le dejo sólo ese consejo con la siguiente admonición: que la mala gestión de la asistencia sanitaria en esas Comunidades no sea el motivo para romper con la cohesión y la calidad del Sistema. Fortalezca el Consejo Interterritorial y recurra el Tribunal Constitucional cuando esos barones tiren por la calle del medio.
Con esa confianza afectuosamente me despido.