Arbitraje o arbitrariedad
Publicada el: 7 de junio de 2013
Bienvenido fue el arbitraje cuando se propuso como salida al inmenso fraude de las participaciones preferentes y de las obligaciones subordinadas.
Bien es cierto que ya se desconfiaba de la bondad de la iniciativa cuando justo se plantea en periodo preelectoral.
Tras las elecciones la ralentización de los arbitrajes demostró que lo que se quería realmente era calmar los ánimos y evitar el desgaste político.
De todos modos más llamativa era, y sigue siendo, los criterios para devolver a unos el dinero y no a otros, incluso en idéntica situación.
Conocemos casos de profesionales de alto nivel de renta a los que se les llamó para el arbitraje, y conocemos también a pensionistas de escasas rentas a los que todavía no.
Ahora salen con que se devuelve a todo el que tenga menos de 10.000 euros, sean cuales sean sus circunstancias.
Y así a la viuda o al anciano que tiene 11.000 euros no les llaman, o al que tienen 100.000 euros ni siquiera le anticipan los 10.000.
Pero lo más curioso es que no devuelven el 100% de la inversión, pues descuentan los intereses ya percibidos.
A unos -los bancos- les vale la solución porque se ahorran mucho dinero en relación al coste judicial de las reclamaciones.
A otros -los gobernantes- les permite apaciguar a esa cantidad de pequeños ahorradores indignados por su pasividad ante el engaño.
Por eso, más que arbitraje tenemos arbitrariedad, más que soluciones paños calientes.