La cirugía pediátrica, Ourense y los dinamiteros de lo público
Publicada el: 2 de noviembre de 2013
Aquella frase, ideada por algún asesor de marketing pero soltada desde un estrado político, de que “hay que hacer más con menos”, retruécano absurdo que retrata al personaje que la pronunció recién llegado al alto cargo que ostenta, define muchas de las decisiones que se están tomando, también en sanidad.
Alguien debería explicarle de que cualquier sociedad tiene que asumir el coste, incluso aunque parezca excesivo, del cuidado y protección de los más débiles, que siempre serán nuestros mayores y nuestros hijos, aquellos que no pueden valerse por sí mismos, depositarios de nuestro pasado y generadores del futuro.
Alguien debería decirle que si el coste de un cirujano pediátrico son 60 o 90 mil euros al año la condena económica por una mala praxis derivada de una asistencia tardía o de un retraso terapéutico, posiblemente será mayor, pero el daño moral de unos padres y el sufrimiento físico de un niño no tienen precio.
Alguien debería recordarle que no vale con que un cirujano general o un urólogo asuman la intervención de un menor, que eso es una solución ilegal, sólo tolerada en situaciones de extrema urgencia, pero nunca como planteamiento organizativo para una provincia entera.
Alguien debería decirle que derivar las urgencias a Vigo no puede ser mejor que hacerlo en nuestra ciudad, porque supone que en lugar de dos cirujanos pediátricos de urgencia para dos áreas de salud haya uno sólo, reducción a la mitad de los efectivos, que puede provocar situaciones de riesgo real y cierto.
Ese alguien que lo diga y lo exija tiene que ser la sociedad en su conjunto, los padres y los profesionales, juntos y de la mano, reivindicando lo justo, que es una asistencia con un cirujano pediátrico las 24 horas del día sin necesidad de salir de la provincia. Hagámoslo por nuestros hijos.