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Entrevista, que algo queda

Publicada el: 9 de noviembre de 2014

Antes de dar contestación a la pregunta lo que me llama la atención es que las bases de la convocatoria, esas que prevén la tan denostada entrevista personal, parece que no hayan sido recurridas en el caso publicitado del CHUS y sus dos plazas de radiodiagnóstico. Debo recordar que ya en el año 2001 un juzgado de Ourense estimó un recurso que yo firmaba contra una convocatoria que preveía, precisamente, una entrevista personal y cuyo resultado suponía el 50% de la nota final en un proceso para cubrir interinidades de la fundación hospital de Verín, y que obligó a cambiar el régimen jurídico de las ya desaparecidas fundaciones.

Dicho lo anterior, y contestado a la pregunta de inicio, tengo claro que la entrevista personal es la forma que tienen los tribunales de selección, o más bien quienes entre bambalinas los manejan, para escoger al candidato predeterminado ¿O alguien se explica entonces por qué los candidatos que tienen más puntuación en su baremación curricular tienen luego menos en la valoración de la entrevista personal, y viceversa? La diferencia de méritos objetivos se salva y supera con los méritos subjetivos, esos que sólo son visibles a ojos de los entrevistadores.

La entrevista personal es un denostado sistema de selección que avanza imparablemente -pues ni sindicatos, ni colegios profesionales, ni sociedades ciéntificas son capaces de erradicarlo-, y que sólo la iniciativa personal de los afectados permite ponerlo en evidencia a través de sentencias judiciales que no hacen más que constatar una triste pero tozuda realidad: que es un sistema extravagante sin soporte legal; que el porcentaje de puntuación que se asigna no es admisible a tales rangos; y que, consecuencia de lo primero, casi nunca los tribunales de selección son capaces de motivar sus decisiones.

La realidad es que la entrevista personal en los procesos selectivos para el acceso a determinados puestos es el reflejo de una sociedad regida por unos gestores políticos que pretenden devirtuar la meritocracia en la función pública, quizás porque ellos mismos están acostumbrados a su selección partidista, aquella basada no en la capacidad de resolver los problemas, sino en la capacidad de ocultarlos. Una sociedad que da muestras día tras día a base de titulares del prensa del nivel de corrupción y nepotismo que se ha infiltrado en casi todos los estratos de la Administración pública. 

De ahí el título de este post: entrevista, que algo queda, porque eso deben pensar sus ideólogos, los que para seleccionar el personal se fían más del método Gronholm que de las leyes de función pública, y por tal motivo lo que queda de la entrevista es lo que a ellos les interesa: no el mejor preparado sino el mejor adaptado a sus propias conveniencias. Frente a esos iconoclastas del mérito toca reivinicarlo, porque como dice Muñoz Molina en la cuarta de EL PAÍS de este domingo, "el mérito que sostiene la plenitud total de quien lo posee ... mejora modestamente el mundo, el espacio público y común de la ciudadanía democrática".

 

 

 

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