¿Por qué fracasa la gestión clínica?
Publicada el: 16 de noviembre de 2014
Cuando la sanidad pública obtiene un logró importante es mérito de sus gestores que en seguida se ponen delante de los focos para proclamarlo (por ejemplo, la curación de Teresa Romero), pero cuando ocurre a la inversa, con el fracaso, la culpa es de otros.
En una entrevista que le hacen a la Conselleira de Sanidade en LA VOZ DE GALICIA del domingo dice que el fracaso de la gestión clínica no es desmerito propio sino mérito de sus opositores, porque han creado "miedo" a los profesionales.
La justificación tiene dos lecturas: la primera es que el comentario demuestra una vez más que el político es el animal que nunca reconoce que se ha equivocado y en consecuencia dimite; su justificación siempre está en los demás no en uno mismo.
La segunda lectura es que trata a los profesionales como a niños e indocumentados; como niños por esa apelación al miedo, sentimiento infantil cuando se trata de justificar comportamientos irracionales.
Como indocumentados porque justifica que los profesionales no han optado por la gestión clínica en base a las abvertencias e informaciones de quienes se oponen a la gestión clínica, sin contrastarla con la infomación oficial.
Sucede que el fracaso de la gestión clínica es el de un modelo de sanidad pública que pretende convertir a los profesionales en gestores y a los gestores en floreros, es decir, en figuras decorativas.
Y eso es en resumen lo que han percibido los profesionales; que el modelo no pretende más que desvirturar la función sanadora y cuidadora del profesional sanitario para introducir en sus decisiones elementos de gestión presupuestaria.
Por eso fracasa la gestión clínica. Porque el profesional -que no es tonto- se ha dado cuenta que estamos ante el caballo de Troya para cambiar sus funciones y hacerle responsable del presupuesto. Y eso es función de otros.