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¿Hasta cuándo puedo reclamar la inversión en acciones de Bankia?

Publicada el: 25 de abril de 2015

Muchos miles de clientes tienen dinero en acciones de Bankia. La mayoría pequeños inversores con cantidades que oscilan entre los 1.000 y los 6.000 euros. Y a todos embarga ese sentimiento de estafa generalizada, que se toma ya como algo normal en una sociedad en crisis, que ha sacado a relucir el tremendo descontrol en la caótica gestión de unas cajas de ahorros depauperadas hasta que fueron rescatadas.

Con la legítima intención de canalizar la frustración de quienes se sienten con toda razón estafados, muchos son los despachos de abogados que han intentado monopolizar esa controversia con la masiva captación de clientes, bien ofreciendo demandas colectivas como si de una causa general contra Bankia se tratase, o bien anunciando casi con clarines y cornetas el apocalíptico fin del plazo para reclamar el próximo 25 de mayo.

Pues bien, ni la demanda colectiva es el camino (ya desestimada una con 2.500 inversores agrupados en torno a un publicitado bufete), ni el 25 de mayo termina el plazo para reclamar contra Bankia, como dice otro televiso abogado cada vez que le ponen un micrófono delante. Con ello no queremos desacreditar la opinión ajena, sino el modo de plantear esa discusión sobre algo que no es tan sencillo.

Las acciones son varias cada una con su plazo. Es cierto que la acción por la falsedad del folleto de la emisión tiene un plazo de tres años desde que el inversor tiene conocimiento de esa falsedad. Y cierto es también que un 25 de mayo de 2012 se suspendió la cotización de la acciones de Bankia. Por lo tanto, así contados esos tres años se cumplen pronto. Sin embargo, la constancia del engaño se fue desgranando a lo largo del tiempo.

Esto quiere decir que la acción de plazo más corto (3 años) tampoco tiene una fecha cierta, con lo cual podemos estar hablando de más allá del 25 de mayo como posibilidad de demandar. Y existen otras acciones de plazos más largos: de 4 a 15 años. Con ello no animo a esperar sin más a ver qué pasa, pero sí a no caer en la precipitación, pues las prisas nunca son buenas (salvo como reza el dicho castizo para los cacos y los malos toreros).

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