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Ser padres es caro, pero intentarlo a veces es más

Publicada el: 7 de junio de 2015

22 meses es la espera que en Vigo tienen las parejas que desean ser padres para someterse a un tratamiento de fertilidad.

Ese tiempo es similar e incluso mayor en otras ciudades, aunque existen variaciones ostensibles entre comunidades autónomas.

La demora se hace más dramática porque para acceder al tratamiento hay que haber sufrido tres abortos y tener menos de 38 años.

La lista de espera es debida a la infradotación de personal de los laboratorios de los hospitales público, que no dan abasto.

Por ese motivo muchas parejas invierten sus ahorros en acudir a las clínicas privadas, cuyo negocio reside precisamente en ese déficit de la sanidad pública.

Así, deseosos de ser padres, se gastan cantidades superiores a los 6.000 euros en el tratamiento en la privada que la publica retrasa en exceso.

De ahí se entiende que una famosa clínica valenciana haya abierto sucursales en las principales ciudades españolas, pues su éxito reside en el fracaso de los hospitales de todos.

Es un ejemplo de cómo el consciente deterioro de lo público es una oportunidad de negocio para quienes aprovechan en su beneficio tales carencias.

Eso en sí mismo no es malo. Lo es cuando los responsables de ese deterioro actúan con la complicidad de quienes hace negocio.

Es decir, de cuando la larga lista de espera se provoca precisamente para propiciar la huida de los pacientes a la privada por desesperación y hartazgo.

Lo cual tendría fácil solución: demandar el reembolso de los gastos en la privada a la Administración sanitaria por mala gestión de la lista de espera. 

El gasto de indemnizar a todos los padres sería superior que el de dotar de personal de laboratorio a esas unidades de laboratorio. 

Grandes cambios colectivos a veces sólo de dependen de la suma de pequeños esfuerzos individuales.

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