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Radiografía profesional de un juez

Publicada el: 1 de junio de 2016

Leo, con cierto retraso, la entrevista con el magistrado del Tribunal Supremo Joaquín Giménez, realizada por José Luis Barbería y publicada en El País Semanal del pasado 29 de mayo. 

Vaya por delante que me han gustado más las respuestas que las preguntas, quizás porque uno espera del entrevistador más agudeza para indagar en los conflictos, internos y externos, de un juez.

Pero siendo una entrevista muy profesional y poco personal, Don Joaquín nos ha dejado respuestas de cómo la labor jurisdiccional es muy dura, tal cual la soledad del corredor de fondo, según el ejemplo que pone.

Explica que el juez es un ciudadano y no un sacerdote (aunque la comparación no la vea), pero atina con la idea cuando afirma que el juez que no tiene tiempo para escuchar no tiene tiempo para juzgar.

Sobre las injerencias a esa labor deja claro que el juez deber ser el garante de su propia independencia, aunque la independencia institucional resida en el CGPJ, necesitado de un reforma profunda.

Sobre esa independencia judicial, a prueba de injerencias politicas, llega a decir que los jueces no deben preocuparse por ser gratos o no al Ejecutivo, pues tienen un discurso propio no vicario del gubernamental.

Deja entrever que no le gustan los jueces metidos a políticos y lo aclara con un afirmación cuando menos inquietante al decir que importa que los jueces honrados también lo parezcan.

Y sin negar la ideología personal de cada juez, pues un juez sin inquietudes es un juez inquietante, afirma con claridad que no puede hacer pasar su conciencia como conciencia de la Ley.

Para un juez que ejercició su labor en los años de plomo del País Vasco tiene claro la diferencia entre lo legal y lo social, aunque lo primero surga para ordenar lo segundo, cuando dice que el dolor no prescribe, pero el delito sí.

Y como colofón a este comentario diré algo que no sale en la entrevista. Don Joaquín es una persona seria pero afable, rigurosa en lo jurídico pero entrañable en lo personal que gana enteros en las distancias cortas.

Lo conocí siendo yo un joven abogado de 30 años y él un recién nombrado magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo y guardo para mí una anécdota que prueba eso que digo de Don Joaquín. 

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