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Abogados sin toga

Publicada el: 5 de noviembre de 2010

Aunque simbólicamente dice mucho esa vestimenta de la diferencia entre el papel que juegan los abogados en uno y otro sistema judicial, al igual que su lugar en los juicios (en Europa sentados al mismo nivel que el Juez o Tribunal y en Estados Unidos un escalón por debajo), no es ese el motivo de mi reflexión, sino el excesivo apego que a la toga tenemos los abogados españoles y lo que la misma implica.

 

Tal es esa querencia a semejante prenda negra tan poco favorecedora, que frecuente es ver a los abogados/as moverse por los pasillos de los juzgados, fuera de las salas de vistas que es donde se reserva su uso, portando con garbo, incluso en los días de canícula, la incómoda toga de tergal. Siempre me llamó la atención esa actitud, que considero tiene una explicación más metafórica que real.

 

Creo, y ojalá me equivoque, que abusamos de la toga porque concebimos nuestra profesión como un duelo procesal, que se dirime necesariamente en los juzgados, más que como la búsqueda negociada de una solución pactada fuera del ámbito judicial, donde la toga sobra. Nos gusta pleitear, quizás porque ya en las mismas facultades de Derecho se han preocupado de formarnos mucho en las habilidades procesales y nada en la negociación basada en la lógica, la convicción y la psicología.

 

Y cuán presente en el acervo colectivo es ese dicho de que más vale un mal arreglo que un buen pleito. Aunque bien formulado lo que de verdad vale es un buen arreglo, para lo cual sobran las togas y falta disposición para ello. Nuestros clientes nos agradecerán ese cambio de actitud sin que por ello perdamos la dignidad profesional que algunos sólo ven en esa prenda. Quizás mirando a Estados Unidos podamos tomar ejemplo, sin caer en el mimetismo, no vaya a ser que alguna se crea Ally Mcbeal  

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