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La sonrisa del político.

Publicada el: 12 de febrero de 2011

La foto de la Conselleira de Sanidade y sus féminas adláteres bromeando de forma cómplice e intentando enseñar su sonrisa más natural mientras la noticia que la ilustra nos cuenta que el Gobierno ha recurrido finalmente ante el Tribunal Constitucional el catálogo gallego de medicamentos –medida estrella de la susodicha y su equipo-, resulta si no patético cuando menos chocante.

 

¿Cómo es posible que el mismo día que la Abogacía del Estado presenta el recurso de inconstitucionalidad contra la norma que excluye 427 medicamentos de la oferta asistencial de los pacientes gallegos, y de cualquier otro que acuda a Galicia, salga a la palestra la Conselleira con toda la naturalidad diciendo que el catálogo es todo un éxito porque ha permitido ahorrar 9 millones de euros?

 

¿A qué indocumentados pretende engañar cuando en el resto del Estado, sin recurrir a ese recorte de la oferta de medicamentos, se han experimentado cifras similares en el descenso de la factura farmacéutica, a causa de las medidas adoptadas por el Gobierno tras ser aprobadas en el seno del Consejo Interterritorial, y que suponen una rebaja en los precios de referencia y en los márgenes comerciales de las farmacias?

 

¿Qué demagogia es esa de decir que la decisión gubernamental de recurrir el catálogo gallego esconde perversos motivos políticos y espurias alianzas con la industria farmacéutica, cuando ha sido el mismo Consejo de Estado, órgano consultivo de inmaculada imparcialidad y formado por expertos juristas, el que ha dictaminado que dicha norma invade competencias estatales y fomenta la desigualdad?

 

Ese renuente y cansino intento de convencernos de que el catálogo priorizado de medicamentos es una idea brillante porque permite ahorrar dinero a las depauperadas arcas públicas a costa de los pacientes, que sufren, especialmente los crónicos, las intolerancias de ese brusco cambio en el tratamiento, es como si deciden cambiar las ambulancias por carromatos porque son más baratos y también se mueven.

 

Decía una profesora mía en 2º de EGB, cuando sus alumnos alborozados por cualquier circunstancia rompían el silencio de la clase, que reírse por nada es de tontos. Pues cuando un gobernante recibe un revés, como el comentado, y se echa a reír en una comparecencia pública por ese motivo, quizás no sea tonto, sencillamente es político, y aunque no lo crean tampoco es exactamente lo mismo.

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